martes, 30 de octubre de 2007

Cuentos, cuentos...


Ayer hablaba de los vampiros emocionales, hoy le toca el turno a otro monstruo del imaginario moderno: el cuentísta.

El cuentísta es aquel al que le cuentas una cosa y al poco tiempo la va contando por ahí como propia.
También gusta de dar pena y ser víctima, mostrando sus (usualmente autoinflingidas) heridas al respetable para lamerselas o ser lamido a voluntad y, sobre todo, es el tipo de persona que poco tiempo despues negará todas y cada una de las palabras que salieron de su boca si la cosa ya no le interesa o descubre que puede perjudicarle en la fabricación de un nuevo cuento que contar.

Remedios: la sinceridad les asusta, y si es pública aún más. Viven de su público.
Recomiendo huir o usar unas orejeras de lana para camuflar los auriculares del iPod, que deberemos tener funcionando a máximo volumen cuando el sujeto se nos acerque.
Te aconsejo una música alegre y relajada, para así tener una expresión serena y sonriente a ratos; aunque no te pases querida, no vayan a pensar que de pronto te has quedado lela.

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